lunes, 27 de octubre de 2008

ESTÉTICAS

LA MULTIPLICACIÓN DE LAS ESTÉTICAS EN LA ERA POSMODERNA

Recopilación de Miguel Ángel Huamán


Estética del Reconocimiento

Me gusta hablar metafóricamente de una estética del reconocimiento, de lo que he dado ya algunos elementos en algunos escritos en los que sostengo que en el medio constrictivo de la intersubjetividad hay un lugar para la autonomía tanto de los individuos, sean receptores o creadores, cuanto de la soberanía de las obras. Así, pues, su primera pretensión básica es la de lo que llamaremos inteligibilidad, y a partir de ahí puedo emprender un largo camino de comprensión en el que puedo atender todas las razones de la obra que alcancé a reconocer. Puede que yerre al iniciar mi comprensión pero sabría reconocer el tipo de razones que alguien (por ejemplo un crítico) podría aducir para convencerme de que mi comprensión está equivocada. Porque la comprensión es corregible en función de razones.

(Gerard VILAR. Las razones del arte, Madrid, A.Machado, 2005, p.23)


Estética de la Desaparición

El hombre, deslumbrado consigo mismo, fabrica su doble, su espectro inteligente, y confía la tesaurización de su saber a un reflejo. Una vez más estamos en el ámbito de la ilusión cinemática, del espejismo que produce la precipitación de la información en la pantalla del ordenador. Pero lo que se ofrece es justamente información, no sensación: se trata de la apátheia, esa impasibilidad científica que hace que cuanto más información está el hombre, tanto más se extienda a su alrededor el desierto del mundo. La repetición de la información (ya conocida) perturbará cada vez más los estímulos de la observación extrayéndolos automática y rápidamente no sólo de la memoria (luz interior) sino, ante todo, de la mirada, hasta el punto de que, a partir de entonces, la velocidad de la luz limitará la lectura de la información y lo más importante en la electrónica informática será lo que se presenta en la pantalla y no lo que se guarda en la memoria.

(Paul VIRILIO. Estética de la desaparición. Barcelona, Anagrama, 2003, p. 50-51)

Estética de los tiempos del triunfo de la estética

Nosotros hombres civilizados del siglo XXI, vivimos los tiempos del triunfo de la estética, de la adoración de la belleza: los tiempos de su idolatría.(…) Resulta difícil y hasta imposible escapar de este imperio de la estética.(…) Es necesario que el mundo rebose de belleza y de repente, rebosa efectivamente de belleza. Este mundo, hoy, es exageradamente bello. La paradoja en la que voy a detenerme es que tanta belleza y, junto a ella, un tal triunfo de la estética se cultivan, se difunden, se consumen y se celebran en un mundo cada vez más carente de obras de arte, si es que por arte entendemos a aquellos objetos preciosos y raros antes investidos de una aura, de una aureola, de la cualidad mágica de ser centros de producción de experiencias estéticas únicas, elevadas y refinadas.(…) El arte se volatizó en éter estético, recordando que el éter fue definido por los físicos y los filósofos después de Newton como medio sutil que impregna todos los cuerpos. Esta desaparición de las obras para dejar lugar a un mundo de belleza difusa, profusa, como gaseosa, nace, nació, de varios procesos. Por un lado, un movimiento de desaparición de la obra como objeto y pivote de la experiencia estética llegó progresivamente a su fin. Ahí donde había obras sólo quedan experiencias. Las obras han sido reemplazadas en la producción artística por dispositivos y procedimientos que funcionan como obras y producen la experiencia pura de arte, la pureza del efecto estético casi sin ataduras ni soporte, salvo quizá una configuración, con dispositivos de medios técnicos generadores de aquellos efectos.

(Yves MICHAUD. El arte en estado gaseoso. México, FCE, 2007)

Estética de la Metacreación

Contrariamente a la estética del genio, el arte no es un fin en sí mismo; el objetivo del proceso artístico es la liberación y la mayéutica de la creatividad. La metacreación se valora por lo que inicia y posibilita y por su potencial comunicacional y operativo.
Fuera del sistema y de las instituciones oficiales del arte, las herramientas digitales operan en un contexto mediático libre, global e interactivo. Por otro lado, las ciencias de la complejidad, las simulaciones y la metodología sistemática de la autopoiesis forman redes de conocimientos interdisciplinarios y distribuidos. Por ambas razones, la metacreación es una estética social que incorpora comunicación, interacción, producción de conocimientos y educación.
La esencia de la metacreación se encontrará en el “código genético” del proceso artístico que produce las instancias individuales (la dimensión social y pública), el aura en su “fenotipo” (la obra). Definiremos entonces el valor epistemológico según la verdad del proceso hermenéutico y mayéutico, la calidad, la forma y la belleza según la coherencia del proceso y la armónica interacción de sus elementos, el placer de la creación, transmisión y exploración del conocimiento (desde el gusto kantiano a la alegoría de Gadamer).

(Humberto RONCORONI. La forma emergente. Arte y pedagogía en el medio digital. Universidad de Lima, 2007, pp. 266-267)

Estética del Afirmacionismo

La vocación del arte, en todas sus formas, es hacerse nuevamente cargo, a contrapelo de su actual declive, hacia la multiplicidad inconsistente, de la energía inmoral, desmedida y –si tiene éxito- profundamente inhumana de la afirmación. Volvamos a declarar los derechos artísticos que la inhumana verdad tiene sobre la humanidad. Volvamos a aceptar que esa verdad (o belleza, es lo mismo) nos estremezca, en vez de gobernar de la manera más exacta posible las modas menores de nuestra expresión. La cuestión es afirmar. Por eso éste es el esbozo de un manifiesto del afirmacionismo.

(Alan BADIOU. Filosofía del presente. Bs. As., Libros del Zorzal, 2005, p. 88)

Estética fuera de la Estética

La petición de una autonomía del lenguaje del arte frente al lenguaje ordinario no significa su separación y confinamiento a un mundo aparte, sino la convivencia con los otros lenguajes desde el reconocimiento de las diferencias. Tampoco existe un único lenguaje del arte, lo que sería propio de las posiciones esencialistas, reduccionistas, como las señaladas a propósito de la hermenéutica. Precisamente al acudir al lenguaje ordinario nos pone sobre la pista de que lo estético es más amplio que lo artístico, pues el calificativo se aplica a fenómenos más allá del campo del arte. En este sentido, hay que decir que la formación académica de la materia tal como se encuentra en diccionarios y enciclopedias al uso va por detrás de ello, ya que se refiere a una caracterización parcial del siglo XVIII en torno al arte y la belleza. Se ha ganado en la clarificación conceptual del arte, pero se ha perdido campo en el terreno del conocimiento sensible, en la aisthesis propiamente dicha. Parece como si no hubiera el campo intermedio entre las efusiones sentimentales e intelectuales, que a menudo se confunden. La tesis del Welsch de que la Estética tiene que abrirse fuera de la Estética incluso para estar preparada para comprender el arte es correcta (Welsch, W. 1996: 140-175). No se trata con ello solo de indicar el socorrido planteamiento interdisciplinar, sino más bien otro transdisciplinar.

(Luis MOLINUEVO. La experiencia estética moderna, Madrid, Síntesis, 2002, p. 271)

Estética de la Participación

La obra que, por no cerrar el proceso creador tiene un carácter abierto, no sólo en el sentido anterior: el de la actividad mental del receptor con su diversidad de interpretaciones y valoraciones, sino en el de intervenciones en el proceso creador mismo al modificarlo, continuarlo o extenderlo, realizando posibilidades dadas por la apertura de la obra. Ahora bien, independientemente del valor estético –hasta ahora no muy alto- que se pueda conceder a esta creatividad compartida, es innegable que tiene un gran valor social, en cuanto que permitió promover, extender o socializar la creación más allá del limitado sector social de los artistas, en los que se concentra tradicionalmente la creatividad.

(Adolfo SÁNCHEZ VÁSQUEZ, en MARCHÁN: 2006, 27)

Estética del Vacío

En la tesis del arte como organización del vacío, el arte exhibe una profunda afinidad con la experiencia irreductibles, ya sea del evitamiento del vacío (práctica de la vertiente dogmática del discurso religioso), ya sea un cierre o una soldadura del vacío (practicada por el discurso especialista de la ciencia). El arte, señala Lacan, como la experiencia del psicoanálisis no evita, ni obtura, pero sí bordea el vacío central de la Cosa. La tesis del arte como organización del vacío coloca a la obra de arte en una relación decisiva con lo real de la cosa. La estética del vacío es una estética de lo real –una estética en relación a lo real- que no se degrada jamás en un culto realístico de la cosa como sucede en gran parte del arte contemporáneo”.

(RECALCATI et al.: 2006, 12)

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